Porque las nubes están tan altas tiemblas
y tienes el vértigo de una niña pequeña asomada a la barandilla.
Con un ojo fijado en el suelo y el otro pendiente de un cirro
tiemblas
haciéndote dueña de todos los estrabismos.
¿dónde estarán los aviones –dirás- ,
dónde
el mágico carro levándome ahora
para que no me caiga?
Te quedarás inmóvil pensando:
un ojo en el suelo, el otro en un cirro.
Y envolverás despacio
la duda como sagaz tanguera
el espanto
lo cerrarás con fuerza
y las ganas
desplegarán a oscuras
el miedo
para después a solas
averiguar que eres la yegua alada
bailando.
yo he bailado con este poema...gracias, Juana.
ResponderEliminarPor cierto, la poesía sonora es fantástica.
Besos