domingo, 18 de septiembre de 2011

ojo


Ojo, las cosas han cambiado, pero el tiempo es el mismo, las reglas del juego permanecen desde el principio.  No pienses que porque la voz aguda se transforma en bronco balbuceo y los tulipanes se marchitan a tu paso, no puedes recordar tu origen. Eres el tiempo, formas parte de lo unívoco. De un lado a otro las constelaciones se posicionan, estás naciendo y lloras anhelando la placenta que nutre el caos. No eres virgen de espíritu, no eres el fuego eterno, no eres el calor que anima a las urdes. Siéntate y reflexiona cuando suenan los tambores quién te dio la plaqueta para marcar el paso. Rompe el árbol de donde nació la vara. Siéntate y espera el cambio, están latiendo siglos sobre ti, milenios de arma contenida, rememorando la especie que desligó los extremos. Luchas de poder sobreviven, estamos desnudos ante el ojo exterminador, ha caído la flecha, puedes evitar la herida. Siéntate y respira, no sucumbas a la rabia, al placer de saberte eterna, poderosa prisionera de la gran holografía invernal. Miente y di que eres la pintoresca imagen de un dios bueno, contrarresta el impulso de matar con agua bendita.
Pulcras las manos, pulcras las mejillas, suenan truenos a tu alrededor, arrebatada la lluvia una bola de hidrógeno parte de ti para proteger el bien que aferras a dentelladas. Puedes malgastar la ira o renunciar al hijo de tus sueños y amanecer cansada. Rememora el día en que naciste, quién eres, de dónde vienes, no dejes que te engañen los presuntuosos. Engrasa la máquina que hará girar el mundo en su perfecto orden.
Así ha de ser, piensa en los universos que te habitan, no eres blanco o negro, agua o fuego, todo te pertenece y estoy aquí para contarlo, tú decides la marca de tu destino, yo sólo soy la portavoz, el eco de la abeja reina, la causa de que se nuble el sueño, de la ceguera temporal. Abre los ojos y huele el instinto sobrehumano. ¿Acaso no sabes por qué posees la perfección de la música? Somos música y lo sabes, somos el sonido motor de todas las cosas, formamos parte de la escala, de lo que llamas notas, del infinito. Está en ti resucitar o negarte, que clamen los clarines, el viento que soplas. Yo sólo estoy aquí para contártelo en el lenguaje con que ahora predicas: claro, para que entiendas; y en sueños recupero la canción titubeante que te dio a la luz. 
Recuerda cómo sonaba la colisión primera para después expandirse todas las partículas. Tú fuiste de  un lado a otro buscando hogar, te perdiste en los cuerpos vagabundos, te asiste a la razón. No dejes que nadie te diga cómo es la eternidad, si ya lo sabes. No aceptes huesos bañados en oro, reliquias de santos. Pregúntate por qué aún no has encontrado tu casa, aún estando en todas partes, en las cinco puntas tratando de unir el pentágono. 

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LA PANDERETA DIJO (Primera edición)


¿Quién no ha renegado de sus musas o sus musos? (que de todo hay) por bailar la misma música que cotidianamente tocamos? La pandereta dijo es un desafío q todos los instrumentos, entre los que sobresale el ritmo familiar y desacompasado de una historia de amor no solicitada. El libro que tienes en tus manos esconde una realidad donde encuentro y deseo se van transformando en un juego de acróbatas en el que no se sabe cuándo y quién caerá primero.