sábado, 11 de febrero de 2012

La señora de...


La Señora,
la señora de...
respetable dama,
fulanita de aquél,
ha querido cruzar la línea de la inmortalidad.
Ha vendido su carne al cirujano plástico,
que le muestra el atajo hacia la eterna juventud,
el descontento eterno, trampa envenenada:
“yo te culpo de que el tiempo pase”.
La señora,
la señora de...
pómulos henchidos y labios plásticos,
-qué decir de las tetas aeorostáticas-
quiere ocultar arrugas en las manos (guantes blancos),
quiere cubrir los surcos del escote (cuello alto),
coser colgajos, desmerecerse.
La señora,
la señora de...
respetable dama, alta sociedad,
posa con la hija casquivana,
“¿sois hermanas?”, envidiando a la jovencita lozana
(hija de...).
Ya no hay vuelta atrás para quien come la manzana
de la culpa de mujer marchita
y ni el tinte que recubren unas canas
teñirá a la razón ajada, ni evitará la tumba,
la piel caduca.




1 comentario:

  1. Con tus versos, la poesía cada vez es más cercana, más realista, más cotidiana, más inteligente ¿Qué más se le puede pedir? Excelente

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LA PANDERETA DIJO (Primera edición)


¿Quién no ha renegado de sus musas o sus musos? (que de todo hay) por bailar la misma música que cotidianamente tocamos? La pandereta dijo es un desafío q todos los instrumentos, entre los que sobresale el ritmo familiar y desacompasado de una historia de amor no solicitada. El libro que tienes en tus manos esconde una realidad donde encuentro y deseo se van transformando en un juego de acróbatas en el que no se sabe cuándo y quién caerá primero.