Por la calle del medio se cruzan tu carta y la mía.
No es de esas antiguas -tu carta, la mía-
que dejan olor a nostalgia y te hablan
a cientos de kilómetros de las carreteras imposibles,
del cartero que llama dos veces, tres,
para avisarte que es tarde y hasta mañana
no hallarás el sobre que beberás con ganas de apurar
el relamido sello, la lengua lejana.
Tu carta y la mía
( o...
tu carta lamía),
transitan por los atajos de la pantalla,
arrastran dudas, cubren deseos,
para decir al cabo:
aún no es tarde,
no te vayas.
Sentido del humor, también es poesía...
ResponderEliminar