Siempre
había un plazo para lo siguiente.
Dentro
de un tiempo
todos
los árboles extenderán sus raíces bajo la ciudad.
Si
nadie lo impide,
se
ajustarán deformes a los raíles del metro.
Habrá
un canto de pájaros afuera
y
los viajeros saldrán confusos,
y
las viajeras
desearán
subir a alguna copa imposible.
No
faltará quien decida trepar entre las ramas
mientras
el mundo mira desde lo bajo.
Qué
mal ajustamos las cuentas,
dirán
allá arriba.
Pero
mañana...
Mañana
me subiré a otro tren,
mañana
me bajaré del árbol,
reescribiré
mi historia
y
le diré te quiero y leeré más libros
mañana.
Puede
que sea hora de reconciliarse,
tal
vez mañana escuche los mensajes del contestador,
me
deje ver a través de las ventanas;
y
llamaré a mis hijos,
y escucharé más música...
mañana.
No
está mal eso de soñar.
En
24 horas habrá cambiado el mundo
si
una sola persona
deja
de vivir
a
plazo fijo.
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