Siempre persigues la misma sombra,
cualquiera diría que es tuyo
lo dilatado y difuso.
Aciertas en el paso, pisas
la proyectada imagen de su dueño.
Y aciertas al creer
que no envejece mas quien está
entre luces sinuosas.
Te giras al anochecer buscando muros,
suelos, de viva sombra.
Y si se va cuando amanece:
“aguárdame”, le imploras,
“y no me dejes”.
Quieres
la tuerta sombra, la ceguera,
adherirte a las paredes lagartijas,
tan sólo sea la copia
quien te sostenga el tronco.
Quieres
aglutinar la carne y del engrudo
sacar las fuerzas para erigirte sombra.
Tan sólo sombra.
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