Mire usted,
hace tiempo que huí del clan
depredadores,
procuro alejar la torcida mueca, la
risa del coyote
invitándote a almorzar la propia
carne, el jugo ajeno.
Desgárrese quien pueda y entregue los
cartílagos al líder,
si es que quiere vivir de la migaja, la
palmadita en la espalda.
Acaso usted
prefiera que le tiren de una lengua
relamida,
le lame el ego que le inviten al
consejo de sabios
para escribir las leyes e incluso ser
condescendiente.
Ay, pero me cansa, mire usted, que me
lo cuente
como si fuera la suya la única colmena
donde chupar las mieles y saciarse;
y que me diga, mire usted, que no me
salga
de la retícula pactada me emborrona
hasta la náusea.
Tampoco soy del clan de los rebeldes,
mire usted,
ni me planteo ser diferente.
Tan sólo quiero asirme a la belleza,
qué palabra, mire usted, y que me deje
saber si me equivoco o es acierto
saltarme alguna regla,
volar sin alas.
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