Imagen: "El Grito", Edvard Munch
Es un quejido aplastante
la calle, sorda, si no: disparo, golpe, bayoneta.
Ya quedan pocos lugares
donde no oírlo.
La gente se agrupa en
masa, o en la casa si es que el miedo la conforma.
Vamos, que huele a humo y
no es de hogar semejante desorden mundial.
Siento el quejido al paso
pedir permiso, y sin permiso se diluye en la violencia de mercados.
No es violencia recobrar
la dignidad.
Quien quiera silbe, fino, hile a conveniencia, quien
quiera gire la cabeza,
pero hay un quejido viento en proceso de
tormenta, y huele a humo y no es de hogar...
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