Antes de abrirnos la cabeza
y de clavarnos reproches en las
uniones neuronales,
antes de juzgarnos, de sacar todas las
armas a corazón herido,
antes de ensuciarnos las manos y los
ojos, de afilar los alfileres,
pensemos:
Nadie tiene la culpa de
que la gravedad fallara
quebrando la imantación
entre los polos.
Entiendo las ganas de flotar
en el espacio.
Yo también busqué otro
universo.
Es inútil, por tanto,
seguir colisionando
planetas que tuvieron que
expandirse.
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