“Recoge lo imprescindible, nos
vamos”.
La madre entró al cuarto
de la niña, casi púber, sin avisar -no había tiempo de protocolos
preadolescentes-. La pequeña, recostada sobre la cama, sólo
escuchaba la música que salía de sus auriculares. Se proponía
iniciar otra de las cada vez más recurrentes exploraciones carnales.
“Evasión”, pensaba sin percatarse de la presencia materna.
“Cierro los ojos y me voy”, mientras desabrochaba el botón de
los ajustados vaqueros. “No hay nada afuera”, la mano dirigida
hacia el pubis.
“¡Recoge tus cosas!
¡Nos vamos!”. El viejo siamés que dormitaba a los pies de la cama
desplegó las agudas cuerdas vocales mientras cruzaba furioso la
puerta. La niña brincó hasta quedarse paralizada.
-¡Nos vamos, Ofelia, nos
vamos! ¿No me has oído? -insistió la mujer, cada vez más inquieta
por la premura de la partida- Y ya hablaremos de lo que estabas
haciendo. Coge lo imprescindible.
-Pero mamá...
-Ni peros, ni peras, no
tengo tiempo de discutir.
La mujer se sujetó el
pelo en un improvisado moño con un lapicero, echó un vistazo al
desordenado cuarto de la hija, cerró los ojos enrojecidos por la
falta de sueño (ni una caja de somníferos podría salvarla).
“Evasión”, seguía pensando Ofelia petrificada, “cierro los
ojos y me voy”, “cojo a mi gato y me voy”. La progenitora ya
había desaparecido, regresó al dormitorio de matrimonio y echó
sobre la maleta la poca ropa que le cupo. Volvió a leer la carta que
en un ataque de ira había arrugado y lanzado sobre la cama. La orden
de desahucio era inminente. No quería pasar por la vergüenza de
encontrarse con el vecindario viendo cómo la echaban de su propia
casa. Sin dinero, sin otro lugar donde refugiarse, pensó en unirse a
los nuevos movimientos de ocupación donde encontraría a otras
familias en situación similar.
La niña cogió al gato,
lo imprescindible, ajena a las preocupaciones de la madre. No se
había desprendido de los auriculares donde un emergente grupo de
música gótica apilaba los instrumentos para hacer sonar algo
parecido a la desilusión más arraigada. “Evasión, me voy
con mi gato” Llueve. “Quinto sin ascensor” Viento. “Estoy
volando”. Tierra “Ya no me toco”. Acera: dos cuerpos inertes
sobre la acera.
Sencillamente estupendo, inteligente.
ResponderEliminarconcreto y brutal...Evasión...escape, acera y dos cuerpos inertes sobre la acera...
ResponderEliminarme gusta, Juana, me gusta. Besos nada evasivos.
Eva
Gracias por los comentarios, besos a las dos.
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