Imagen: El silencio, de Marila Tarabay
Dejé de escribir-contar-hablar cuando
me supe mentirosa.
Lamía el sudor de unos ecos robados,
vidas,
emociones expuestas a la luz de los
rateros.
Apropiación indebida no muy lejos del
fraude.
Tal era la revelación
que admiré la honradez de los botes de
champú
o los créditos minúsculos del
telonero.
Silencio a veces, quizá cobarde
la frialdad erguida de los postes de
teléfono
que nunca llaman pero sostienen voces.
No bastaba un gemido de metal ni
desangrarse
-a veces-
A veces elegir tomar distancia, cerrar
los ojos,
buscar otras maneras de anochecerse.
También había que desnudarse
y hacerlo bien:
Si no,
silencio.
¿Quien te va a comentar a ti? si eres de lo peor que he leido en mi vida
ResponderEliminarVaya, un/a valiente que tiene el mal gusto de escribir bajo el anonimato para criticar. Respeto que no te guste lo que escribo, o que más allá de los gustos, lo consideres de pésima calidad. La poesía, cualquier arte, es un continuo aprendizaje, pero pido que a la hora de comentar se haga con el máximo respeto, lo contrario es un acto inútil con muy bajas intenciones.
ResponderEliminarUn anónimo descarga su amargura sobre un buen poema, uno de los mejores de Juana Marín, quizás envuelto en la ignoracia de los que creen que por muchos comentarios mejor es un trabajo, quizás algún frustrado creador o creadora a quien nadie mira, escucha o lee;un anónimo que con el ataque busca ser tomado en cuenta. ¡Felicidades Anónimo!has logrado unos pobres segundos de atención,nada más.
ResponderEliminarJuana, me ha encantado este poema!!:-D Gracias, gracias, porque me alegra verte compañera en el tejer de una cosa que tanto necesitamos y nos hace falta para ser verdaderamente libres: la sinceridad, la honestidad... Un abrazo!!
ResponderEliminarPor cierto: Qué guapa estás con el pelo corto (la foto), me parece que te favorece un montón!!
Gracias, Ludmila, acabo de leer tu comentario. :)
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