Aunque a veces me dé por hablar
antiguo,
pardiez, y me ajuste el monóculo cual
ilustre resabiado,
pongo a sus pies, señora, la palabra
en alcanfor,
bordo en gótico su nombre y, cáspita,
si no quiere entender
por lo ostentoso, le libraré en el
acto de tan ruin galimatías:
Pongo a sus pies, señora, la linea, y
líbreme la vida del pudor
que me reprime para decirle claro, en
el lenguaje de los simios:
Quédate conmigo.