Entiendo la poesía como un algo
(algo, hecho, estado, acto, ser...) tan inútil como necesario. Valga
la contradicción. Ya lo dijeron otros antes -y mejor- que yo.
Escribo por el egoísmo de enterrar en
la hoja en blanco la pregunta (y borrón y cuenta nueva). Leer es
otro acto egoísta. Ni escribo ni leo para nadie. Leer es un plagio,
escribir es un plagio mayor.
¿Lo bello? No pretendo emborronarlo,
lo bello se cuenta a sí mismo sin necesidad de que vengamos los
malos poetas a devorarlo y devolverlo convertido en rumia.
Hay una realidad que ni soportamos ni
alcanzamos a comprender ¿cómo vamos entonces a proyectarla?
Pero a veces, una leve aproximación, a
fuerza de repetirse, genera cuestiones de engañosas respuestas que
hacen del fragmento un todo cuya existencia nos parece tan
válida como un mensajero visto por la mirilla.
El caso es que, como dice Fogwill, se necesitan malos poetas: